No hay respuestas satisfactorias en lo que pasa. No hay
lógica, no hay entendimiento, no hay claridad. Parece que todo se ve como un
sueño, como algo incierto. Hay un texto de Emily Pearl Kingsley que describe
muy claramente este suceso, se llama Bienvenidos a Holanda, y dice así:
“A menudo me piden que
describa la experiencia de criar a un niño con una limitación funcional, que
intente ayudar a la gente que no han compartido esa experiencia única a
imaginar cómo se sentirían. Es así….
Hay llantos escondidos detrás de las camas y las pelotas de
fisioterapia. Hay confesiones que denotan tristeza, que dejan ver la fragilidad
de la fe, la inestabilidad emocional de los padres, la falta de comunicación
entre parejas, el sentimiento erróneo de culpa de las madres. Pero también dejan ver que hay familias amorosas
que apoyan al bebé; que hay una hermosa tía que lleva al sobrino a las terapias
porque los padres trabajan; que hay una abuela
que aprende los ejercicios que sugieren en fisioterapia; que hay un amor ilimitado por ese niño, ese hijo, ese
sobrino, ese nieto.
Así es la llegada a consulta, así son las nuevas caras que
vemos todos los días buscando alguna pista de la dirección que se acaba de
iniciar. Dice Viktor Frankl, que “Si no
está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás
escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”, y encuentro mucho
sentido a esa frase, porque nos hace responsables de la elección y no víctimas
de las circunstancias.
Un hijo es lo más valioso que la vida te prestó y el dolor
es magnificado cuando ellos son los afectados. Sin embargo, vale la pena
tomarte tu tiempo para llorar. No busques tantas explicaciones para
tranquilizar tu mente, deja que siga cuestionándose, pronto habrá paz; sé constante
en la recuperación de tu pequeño, ellos dependen de ti como papá o mamá; y
sobre todo, no te vincules con él desde la disfunción o limitación que tenga,
ellos son más que una disfunción neuromotora, que una lesión.
Quizás te lleve tiempo aceptar que estás en Holanda. Quizás
te resistas a su encanto, dándote enormes explicaciones que estás en Italia. Regálate
un respiro y date permiso de sentirte dolido, no siempre se puede mantener la
entereza. Si lo necesitas, busca apoyo con otros padres que viven la misma
situación; busca ayuda profesional; platica con alguien que te escuche; allégate
de aquello que te haga bien. Aunque tu atención se centre en tu pequeño o
pequeña, necesitas el tiempo y el espacio para fortalecerte tú, para seguir recorriendo las maravillas que
irás viendo y descubriendo en Holanda.
Ayer me escribía una amiga: “algún día le dijeron a Buda -yo
quiero felicidad!-, a lo que Buda contestó: quita QUIERO, quita YO y te
quedaras con la felicidad. No somos felices
porque queremos cosas de la vida y estamos en espera de que sucedan como
nosotros queremos que sean. El reto es aceptar y valorar las cosas tal cual
son, aunque nos lleve tiempo éste proceso.
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